viernes, 31 de julio de 2009

TENÍA QUE PASAR

Si, tarde o temprano tenía que ocurrir, solo era cuestión de tiempo. Era algo inevitable.
Hoy, me han llamado muñeca.

DE CUANDO NO ENTENDÍ NADA

Entra una señora, su intención es hacerse unas gafas, pero sobretodo una revisión. A priori, parece una persona normal. Ningún problema. Me dice que ahora las gafas de cerca se las pone de lejos, porque esta mejor con ellas. (Hasta aquí se puede entender, porque a veces la graduación sube).
Entro con ella al gabinete, hacemos la revisión.
- Perdona, te ha subido un poquito la graduación, pero solo de cerca. De lejos apenas necesitas un +0.25. ¿Cómo es que te pones las tuyas de cerca para ver de lejos? Eso te perjudica.
- Ya, si, bueno, es que me encuentro bien con ellas.
- Pero si no ves bien, la visión de lejos con esas gafas es muy borrosa.
- Si, si veo muy mal con ellas, pero yo me encuentro mejor así. Es que sin gafas voy muy insegura.
- (¿?) Pero…¿no irás más insegura si ves mal? Es mejor que no te las pongas.
- No, no, voy más segura con ellas.
- Pero es que ves muy mal con ellas, estás viendo muy borroso.
- Si, si ya lo se que veo muy mal, pero fatal, pero mira, prefiero eso que no llevar gafas.
- (¿?) Te recomiendo que te hagas unas gafas con lo que necesitas de lejos y que te olvides de ponerte estas.
- Si, lo haré cuando pueda. Ahora me hago las de cerca y estas me las dejo de lejos.

Y pensé, esto es una batalla perdida. Dejémoslo así.

JOYERIA = ÓPTICA

Es por la tarde. No hay ni dios ni el gato. Consecuencias del calor y el verano. Entra una chica, seguida inmediatamente de una señora. Parece que van juntas, pero no. La chica me saluda y amablemente me pregunta por el uso de unas lentes de contacto. Le miro sus gafas, hablamos de lentes de contacto de graduaciones y de gafas (a todo esto hay que decir que la señora estaba pendiente de la conversación y hasta se metía de por medio en alguna ocasión). La muchacha se va. Hasta aquí todo bien. Entra en acción la señora.
-Mira guapa, te traigo faena. A ver si me lo puedes arreglar.
-Bien, déjeme ver. (Ilusa de mí, que creía que la buena señora me traía unas gafas destrozadas para arreglar).
Ante mi asombro me pone sobre el mostrador, dos relojes. La miro y digo:
-Para esto, tendrá que ir usted a la joyería.
-¿Cómo? – y me mira extrañada.
-Si, estas cosas las hacen en la joyería, esto es una óptica.
Me vuelve a mirar, esta vez, extrañadísima y entonces se gira y mira a su alrededor.
-¡Ay, ay! Como estoy, como estoy….

LLAMAMIENTO BIS

Tras el impacto inicial, y después de dos días, soy capaz de escribir sobre el invento de mi jefe capaz de trastocar mi vida.
En toda óptica, como en todo establecimiento, hay una puerta. La que yo tengo queda cerrada y solo se abre desde dentro por medio de un interruptor. Esta situación se da desde hace tres años, pero un buen día, mi buen jefe decide que habría que poner un timbre.
Hasta aquí todo bien. Cuando decía, “aquí habría que poner un timbre”, pues yo pensaba en colocar un interruptor, con pulsador (rollo energía eléctrica), para que la gente llamara (básicamente porque a veces si estoy dentro o en el taller no veo si hay alguien en la puerta). Vamos un interruptor de los de toda la vida.
Cual fue mi sorpresa y mi estupor, cuando al llegar por la mañana me encuentro (y no me lo acabo de inventar) una campana elgorriaga, si, si, habéis leído bien, una campana elgorriaga, arriba justo encima de la puerta. Al badajo, hay anudada una cuerda, si, habéis leído bien, hay anudada una cuerda, que pasa al otro lado de la puerta gracias a un taladro (entre la puerta de cristal y el techo habrán unos 15 centímetros de madera para salvar ese trozo). Pero lo peor no es eso, lo peor es el tirador, atado también, con un bonito nudo a la cuerda. En fin, que el efecto es como tirar de la cadena del wc de unos lavabos de carretera de los años 70.
No hace falta que diga que la gente alucina. Y yo, yo también, porque lo tengo ocho horas al día delante de mi, y aún no me lo puedo creer, me parece imposible.
En fin, sálvese quien pueda.

miércoles, 29 de julio de 2009

LLAMAMIENTO

A todos los jefes: (en especial a aquellos jefes fans del profesor Franz de Copenhague de los Grandes Inventos del TEBEO)

Por favor, no penséis, pero sobretodo, no actuéis.

(Es una campaña en pro de la salud mental del trabajador).

martes, 28 de julio de 2009

CONVERSACIÓN DE BESUGOS I

Abro la puerta con el interruptor que tengo en el mostrador, el cliente entra.
- Hola (digo yo)

El señor se acerca como acechando a su presa sin respuesta a mi saludo. Se apoya en el mostrador y espero paciente durante unos segundos a que se decida a pronunciarse. Finalmente lo hace:
- Hola, es que hace tiempo que tendría que haber venido. Estoy muy mal ya.
- Así que quiere hacerse una revisión. (propongo)
- No, dime como tenemos que hacer esto.
- (¿?) Perdone, ¿Cómo?
- Si, que como se paga, las gafas para ver. Es que no veo nada de cerca, mira (acto seguido se acerca a un póster que tengo encima del mostrador) ¿ves? No veo nada.
- Vale, habría que graduarle. Pero bueno, que si encarga unas gafas, lo que se suele hacer es dejar una cantidad a cuenta y acabar de pagarlas cuando venga a buscarlas.
- No
- ¿No?
- No
- (¿?, igual es que quiere pagarlas a plazos) Otra opción es si usted tiene tarjeta de crédito, de crédito eh?, no de débito. (el cliente asiente) Pues si tiene tarjeta de crédito, pásese por su oficina y consulte si le pueden fraccionar el pago. (se me queda mirando raro) si se lo pueden pasar a plazos y pagar un tanto cada mes (le aclaro, y asiente).
- Ah, vale, entonces preguntaré. Voy con la cartilla, ¿no?
- No, con tarjeta de crédito
- Bueno, pero si tengo cartilla es lo mismo. Porque tarjeta no tengo.
- No, porque el banco no le fraccionará nada, para hacer eso se necesita una tarjeta de crédito, allí se lo dirán.
- Pero esto es como el seguro del coche, ¿no? Que doy mi número de cuenta y ya está.
- Ya, si, pero es que aquí funcionamos por medio de tarjeta de crédito.
- Pero si te doy mi número de cartilla es lo mismo.
- (y dale) No, no es lo mismo. A mi no me sirve de nada que me de el número de cuenta porque nosotros no trabajamos así.
- Pero es igual que con el seguro, será lo mismo. Tendré que ir a mi oficina con la cartilla.
- No, a ver, creo que lo que usted quiere decir es hacer una financiación pero nosotros no lo hacemos.
- Entonces para pagar aquí se necesita una tarjeta de crédito.
- No, no, solo si le interesa pagar a plazos.
- ¿Y si no tengo tarjeta?
- Entonces en efectivo.
- Pero de golpe.
- A ver, si quiere pagar a plazos aquí de la única manera es con tarjeta de crédito y consultando con su oficina.
- Ah, bueno igual tiene una tarjeta mi mujer, le preguntaré.
- Si, haga usted eso… (¡¡que lucha!!)

TAMBIÉN SOMOS VIDENTES

- Hola (saluda mi nueva clienta)
- Hola, dime, ¿en que puedo ayudarte?
- Pues mira, a ver si me puedes hacer una revisión.
- Ah, vale. ¿Tenemos tu ficha aquí?
- No
- ¿No has venido nunca? (pregunto porque a veces juran y juran que no tienen ficha y luego son clientes de hace años)
- No, nunca, es la primera vez que vengo.
- ¿Llevas gafas?
- ¡Uy! Hace mucho tiempo.
- Muy bien. ¿Qué es lo que te ocurre?

La clienta me mira, pone las palmas de las manos hacía arriba y mueve la cabeza a modo de no comprender.

- Pues… ¿lo de siempre? (con tonillo y cara repelente. Así que en ese momento respiro hondo, miró por una décima de segundo al infinito y… sonrío amablemente).
- Muy bien, pero… ¿Qué es lo de siempre? ¿¿No ves bien de lejos, de cerca, ves bien pero sufres dolores de cabeza…?? No sé, ¿que es lo que te pasa siempre?

La cara repelente pasa a carilla y me explica lo mejor que puede que es lo que le pasa. Pero que bueno, que como no es la primera que me lo dicen, igual me compro una bola de cristal aprovechando que cerca de casa tengo una tienda esotérica.

sábado, 18 de julio de 2009

LA GENTE ES ALUCINANTE II


Entra una pareja a la óptica y me piden que les deje probar una montura que han visto en el escaparate (la montura es un modelo de caballero, de señor o de tío, como querais llamarlo)

- Aquí tiene (dirigiéndome al señor)
- ¡¡Ehh!! Mira, ¡¡las gafas!! (el señor dirigiéndose a la chica que le acompañaba)
- ¿Para quién serian las gafas? Para usted? (en un intento amable de ayudar y poder así mostrarle algunos modelos más)
- ¿Cómo van a ser para mí? Son para ella, ¿no ves que yo llevo gafas?
- Ah… ( a lo mejor era por eso mismo que se lo preguntaba...)

domingo, 12 de julio de 2009

TUTORIAL DE MANTENIMIENTO

He creído oportuno, y sin que sirva de precedente, elaborar un pequeño tutorial para adiestrar a una parte de la población sobre el grave y complicado problema de limpiar las gafas.
Es difícil, si, es duro, también, pero con algo de voluntad y unas sencillas instrucciones cualquiera puede conseguirlo.
Primero se ha de tener claro que el limpiar las gafas o solo su intento, no resta dioptrías a los cristales, ¡¡es una Leyenda Urbana!!! No, no y no pierden graduación, lo que hace que al cabo de un año de tenerlas y veamos entelado es justamente lo contrario, la no limpieza. Tampoco se estropean y ni se oxidan.
Una vez asumido esto, el resto es pan comido.
Es importante quitarnos las gafas de la cara (el que nos duchemos con ellas, no supone una limpieza adecuada, solo se mojan) y las pongamos debajo del grifo (previamente lo habremos abierto). Una vez conseguido este paso, nos agenciaremos jabón, neutro, fairy, lo que sea, lo importante es que sea jabón (y por tanto, un tensioactivo que elimina la grasa) y pasaremos a limpiar los cristales de las gafas y ya que estamos, toda la montura en sí. Una vez aclarado, es decir, que ya no quede rastro del jabón, cerramos el grifo.
Esta segunda parte es la más crítica de todo el proceso, se ha de evitar, en la medida de lo posible, papel, pañuelos de papel, papel higienico, etc por no ser deseable. A ser posible, secar con un trapo de algodón, o algún paño que se caracterice por su suavidad.
En las monturas al aire, entraña un cierto peligro, porque si el secado es muy brusco, podemos partirlas. Si tenemos fe, el sentido común nos guiará sobre la forma más delicada de llevar a cabo este proceso sin sufrir la baja de las gafas.
Tengo que hacer hincapié en que después de años de recomendar este tipo de limpieza, he encontrado que hay gente que adelantándose a su tiempo e innovando, y hay que decir que de forma muy original, se han comprado un secador de pelo, para después del lavado y aclarado, secar las gafas sin necesidad de trapo o paño de ningún tipo.
Como se puede apreciar, con estas sencillas instrucciones, podemos conseguir mantener una buena visión. Lo único que hace falta es paciencia y algo de práctica, y puedo asegurar que se consigue, vaya si se consigue.
Como colofón final, advertir que esas pequeñas piezas que se apoyan en la nariz y que llevan las monturas metálicas (plaquetas, y en la jerga de mi barrio topitos, piececitas y botoncitos además de un largo etc.), pueden ser sustituidas por otras nuevas. Solo hay que acercarse a una óptica y preguntar. No es necesario ni deseable, llevar las mismas durante toda la vida, y especialmente si el color original ha cambiado a verde o negro.
Agradeceré enormemente que se pongan en práctica estas líneas, me evitará el uso de guantes para manipular alguna que otra montura.
Mil gracias de antemano.