miércoles, 5 de agosto de 2009

TIPOS DE CLIENTES. El cliente exhibicionista.

El cliente exhibicionista es aquél que gusta de mostrar partes de su cuerpo. Sea un señor o una señora. Por lo general, y sobretodo, suelen enseñar heridas o hematomas producidos por alguna caída y lo enseñan a modo de hacerte ver cuan doloroso fue el momento.
No es que se ponga en duda en ningún momento, pero supongo que gustan de enseñarlo para mostrar in situ las consecuencias de cualquier accidente doméstico o no tan domestico.
El caso más reciente es el que detallo a continuación:
Entra un señor, aparentemente normal, se queda delante del mostrador.
- Hola, muy buenas. Mira, te traigo unas gafas, ponme una varilla igual que esta otra que me pusieron en una óptica del pueblo porque se me rompió.
- Bien, déjeme ver. Pues no tengo varillas de este tipo. Tendría que cambiar las dos si quiere tener las dos varillas iguales.
- Ah, pues entonces ponme la varilla como la que llevaba. La que se me rompió.
- Es que como la gafa no la compró aquí, no puedo saber que modelo ni que fabricante es. De igual forma, como la montura tiene pinta de tener ya muchos años (por no decirle más años que matusalén) pues va a ser que no la voy a encontrar. Tendría que cambiar las dos.
- Ya, pero yo no quiero cambiar las dos. Ponme o una como esta o otra como la nueva.
- Ya, si, pero a ver…que como la vieja no puede ser porque no se debe fabricar ya (vamos, como que hace 20 años que se dejó de fabricar, tirando por lo corto) y como la nueva yo no se la puedo poner, porque no tengo otra igual y tampoco sé que fabricante es.
- Pero es que donde me pusieron esta nueva, me dijeron que en la óptica donde me hice las gafas me pedirían la suya, para que fuera igual.
- Si, pero a ver, aquí usted se hizo los cristales, pero la montura no la compró aquí. De igual forma, esta montura tiene muchos años ya, el fabricante no tendrá el recambio ( si existe el fabricante)
- Si, tiene muchos años ya. 30 años tiene la montura, tú ni habrías nacido. No te rías que no te engaño.
- Pues por eso mismo.
- Bueno, pues entonces que hacemos? ¿Te las dejó y me cambias una?
- Pero que no tengo. Que tendrían que ser las dos.
- Pero yo dos no quiero. Solo quiero una, para que sean iguales. Es que no me entiendes nada. Es que no me explico o que? No me entiendes (el señor ya cabreado)
- A ver, mire, se lo vuelvo a explicar (total, otra vez le explico lo mejor que puedo el temita). ¿lo entiende ahora?

- Ah, bueno, entonces no puede ser.

- No, o las dos, si yo tuviera o se quedan así.

- Vale, “cucha” que te iba a decir…. Ay, ahora se me ha “olvidao”…

- Pues no sé, usted sabrá

- Se me ha “olvidao”, bueno, es igual, pues venga, me voy.

- Muy bien, buenos días entonces

El cliente se da media vuelta y camina en dirección a la puerta, cuando de repente y sin previo aviso se gira de golpe.

- ¡Que ya me acuerdo!! Que se me olvidaba enseñarte algo.

Acto seguido y ante mi enorme cara de sorpresa, el señor se levanta la camisa y deja al descubierto su barriga con varias cicatrices. Mi impulso, en ese momento, fue de taparme el rostro cual vampiro reaccionando a la luz del sol. Pero contra todo pronostico logro sobreponerme evitando fijar la mirada en la barriga-criptonita de ese buen hombre.

- Esta de aquí (señalándome una de las cicatrices) que es la más grande…
- No hace falta que me las enseñe, de verdad…
- Si para que la veas,
- Que ya me hago a la idea…
- Pues esta (señalándola otra vez) es de la operación del cono.
- ¿Del cono?
- Si, del cono. ¿Tú no sabes que es el cono?
- Pues ahora mismo…. ¡Ah! ¡¡¡El Colon!!!
- Si, eso, pues de eso es. Sabía yo que te tenía que enseñar algo. Bueno, pues anda, ya te dejo. Venga, adiós.
- Ale, adiós. (si, si, adiós muy buenas)


La duda es la siguiente: ¿a que venia? ¿realmente quería unas varillas o su misión era enseñarme la barriga?
A veces es mejor que no haya respuesta...

8 comentarios:

  1. Se pone de manifiesto en una profesión como la de óptico la enorme complejidad del cerebro humano. Son indescifrables e inescrutables los mecanismos que hacen que las conexiones interneuronales de los cerebros de nuestros clientes, hagan que se comporten de la manera en que lo hacen en presencia de la figura siempre enigmática del óptico.
    Tras esta pequeña reflexión propia de un óptico voy a explicaros un caso parecido que me pasó hace unos años.
    Una señora de unos setenta años entra en la óptica a poner un tornillo a sus gafas, tras prestarle el servicio la señora se dispone a marcharse cuando en ese momento gira sobre si misma y me dice: hoy no me he puesto el sostén, se levanta la blusa y me enseña los pechos. Tras esa observación vuelva a tomar el camino de salida y se va.

    PD.Mi blog. http://elobservadorobjetivo.blogspot.com

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  2. Jajaja, que bueno lo de la señora esta. Pero explica también que quiso seducirte!!

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  3. Perdona, eso fue en otra ocasión, que tiempos aquellos. Una señora que estaba más cerca de los ochenta que de los setenta, pero de muy buen ver, según propias palabras de la señora, apareció por la óptica para hacerse unas gafas.Tras graduarla y elegir la montura, la señora me propone que al terminar mi jornada laboral me pase por su casa para "pasar un rato agradable".
    En fin lo que no experimente un óptico, quiero decir lo que no vea, no existe...

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  4. Jajajaja! Si es que en el mundo hay de todo!!
    Las varillas le daban igual, definitivamente.
    Besos!

    Lorena.
    http://bitacoradeunasoltera.blogspot.com

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  5. Pues no sé, aún tengo la duda...¡lo que hay que aguantar! jajajaja
    Tu no estabas de vacaciones?? que estás enganchada a internet!! anda, disfruta!!

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  6. Buenas. He entrado en tu óptica desde "la bitácora de Lorena". Sabía que atendiendo al cliente ocurre de todo...¿¿¿pero en una óptica??? Para exhibicionismo... Un amigo mío estaba de aprendiz en la ferretería de su padre. Entró un señor (que bien podía ser el tuyo, de gira) y le pidió un destornillador. Mi amigo, todo voluntarioso, le sacó el más vendido. -¡Más pequeño!- dice el señor. Le saca otro...¡Más pequeño! Otro...¡Más pequeño!. Mi amigo empezaba a estar entre cabreado y deseoso de averiguar para qué cojones quería un "microdestornillador". Se lo preguntó. Craso error! Se echa la mano a la boca... ¡y le planta la dentadura encima del mostrador!...¡Pafa efte tofnillo!
    Esta historia es verídica y se la he hecho contar un millón de veces a mi amigo. En todas partes cuecen habas.
    Un beso y me pasaré de vez en cuando por tu óptica (Totalmente vestido ;))

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  7. Hola Carlos, se agradece un poquito de decoro en el vestir, la verdad!! jajaja, que bueno lo del abuelete, y por supuesto que me creo ( después de toda mis experiencias) que la anécdota es totalmente verídica!!

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  8. Qué risa, casi me muero de risa.
    :)

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