jueves, 28 de mayo de 2009

DÍA A DÍA EN LA ÓPTICA

Siguiendo con la tónica del post anterior y para que el lector se haga una idea de mis “competencias” en mí puesto de trabajo, paso a elaborar de nuevo, otra lista ilustrativa:

1 Óptico- optometrista: aún se puede decir que realizo tareas como tal, aunque el gabinete deje un poco que desear y las visitas se limiten a refracciones y alguna que otra adaptación de lentes de contacto.

2 Dependienta: debería de ponerla en el puesto número 1, porque aunque mi trabajo desempeñado como óptico-optometrista se supone que es el de mayor importancia, al fin y al cabo es el que menos realizo. Esto consiste en despachar líquidos, poner tornillos, vender gafas de sol, hacer inventario, etc.

3 Asesora de imagen: pues eso, que yo me empeño en aconsejar sobre que tipo de montura le iría bien al cliente en función de la graduación y el tipo de lente, pero eso es lo que menos le importa a nadie. Y te dicen: “aconséjame tú, que eres la que sabe”. Pues si soy la que sabe, y te digo que esas no, y el no, es NO, da igual que te queden de muerte las gafas. Deja de probártelas, por Dios, que por más que te las pruebes no vas a conseguir que te diga: “pues si, para tu cristal, es de lo mejor”.
O los que te dicen: “me llevo la montura que tú me digas”. Si claro, para que luego el amiguito o la amiguita de turno, les diga que les queda como el cul… ni hablar. Que hasta el momento soy yo la experta, pero cuando el amiguito/a les dice que les queda mal, dejo inmediatamente de serlo. Que cosas, ¿verdad?

Me pasó una cosa muy curiosa con una persona. No solo me pedía, sino que me exigía, que le asesora y bien sobre que color elegir para comprar unas lentes de contacto de color. Y yo pensé en ese momento; si los cuatro dientes que tienes están negros, el pelo tiene roña acumulada de 5 meses por lo menos y las gafas que llevas están más que destartaladas, creo que lo último que va a mirar nadie, va a ser el color de los ojos. Pero me limito a sonreír y decir: “pues depende un poco del gusto de cada uno, pero en tu caso creo que te irían bien las verdes”. Y santas pascuas, ¡¡que sabré yo si le queda bien el verde o el azul!!

4 Escaparatista: Si, escaparatista. Yo soy quien tiene que montar el escaparate, que dicho sea de paso, es un coñazo. Lo mejor es cuando hay que cambiarlo pero solo dispones de las mismas cosas una y otra vez. Y sigo empeñada en acudir siempre al almacén, donde los expositores y displays tienen más de 40 años, como si fuera a encontrar algo nuevo. Un día tendré que probar a hacer un escaparate genuinamente retro. Igual triunfa.

5 Señora de la limpieza: pues si, también soy yo la señora de la limpieza. ¿Qué pasa?
A parte de que es otro coñazo, la imagen al público es de lo mejor. Queda muy profesional que quien se supone que está adaptando lentes y graduando (personal sanitario al fin y al cabo) aparezca en la óptica con la escobilla del water en la mano.
¿Qué más se puede decir?

6 Psicóloga: Si, queridos míos, soy el paño de lágrimas de muchos clientes que necesitan desfogarse. Tengo la teoría de que es la bata blanca. Yo no pregunto, y tampoco pongo cara de ningún tipo de interés, pero me lo cuentan. Normalmente son desgracias y trances un tanto desagradables, que aunque me sepa mal, porque pobre gente, yo es que sintiéndolo mucho, no he pedido saberlo y además tengo más trabajo (como por ejemplo, limpiar el water).

7 Tertuliana: creo que estoy alcanzando cierto nivel de experiencia en este campo y ya pronto pido trabajo en alguna radio local para tal fin. Entran a preguntar cualquier cosa y se quedan a debatir cualquier aspecto relacionado con el gobierno actual, la crisis económica, noticias recientes, etc.
Una vez, entraron una pareja que no querían nada. Pidieron sentarse y ahí estuvimos hablando un rato. Y además diciéndome: “no te importa ¿verdad? Como vemos que no tienes faena”. Pero se referían a que no había ningún otro cliente más, porque las estanterías tenían como 2 dedos de polvo.

8 Mantenimiento de luces y halógenos: esto solo en ocasiones pero también me toca.


Y todo por el mismo sueldo, sin extras de ningún tipo. Si es que no hay nada mejor que ser polivalente. Y digo polivalente para subirme la moral, porque esto, en mi pueblo, se le llama chica para todo.

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